PALAVRA FIANDEIRA
REVISTA DE LITERATURA
ANO 1- Nº 42 - 12/OUTUBRO/2010
NESTA EDIÇÃO:
CRIANÇA!
CONVIDADOS:
__________________________
LA ILUSIÓN DE LOS AÑOS NIÑOS
(Que hable la historia)
ROCÍO L´AMAR
La verdadera patria del hombre es la infancia.
Rainer Maria Rilke
La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir;
nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras.
Jean Jacques Rousseau
Los niños no tienen pasado ni futuro, por eso gozan del presente,
cosa que rara vez nos ocurre a nosotros.
Jean de la Bruyere
La infancia ha sido influida por mudanzas políticas, culturales y religiosas, y obedeciendo a la localización geográfica en la que nos ubicamos, y lo evolucionado de los padres.
Sin embargo, la historia de la infancia, a lo largo de los siglos, desde el punto de vista pedagógico, no ha tenido una biografía propia. Sabemos de la infancia, «dice Lloyd de Mause», a través de diarios, pintura, literatura, legislación y escritos dejados como testimonio del cuidado de reyes y personajes significativos. Todo esto se ha plasmado en obras llenas de realismo mágico y complejidad.
Cabe subrayar que l@s niñ@s fueron utilizados por parte de los adultos en todas las épocas. La introducción de la castración y la circuncisión en los varones, por un lado, y la infibulación o ablación en las niñas, por otro. El paradigma sexual será relevante y constante a lo largo de los siglos al igual que el infanticidio, y la venta de órganos.
La entrada de las religiones, produjo algunos cambios, desde la época romana hasta la Edad Media. Los romanos aportan como positivo dos cualidades: tolerancia respecto del crecimiento y disfrute de la infancia como parte de la vida familiar, una mentalidad que se produce también en la antigüedad en general. Les preocupaba la fecundidad, la patria potestad y las normas de educación pero introducen una serie de leyes que muestran una conducta cruel con respecto a l@s niñ@s.
En la era cristiana no mejoró en absoluto el estado de l@s niñ@s, pero como nuevos adeptos desempeñan una función importante en el mundo cristiano. La responsabilidad del cuidado de l@s niñ@s recae en el padre que debe educarlos en la ética y virtud. Se tolera el castigo físico, pero con mesura. En esta época toma gran relevancia el tema de los abusos que se llega a legislar. Se ve claramente la presencia del infanticidio y del abandono, no obstante la Iglesia comienza a presionar para que se promulguen leyes que eviten los males de l@s niñ@s, incluido el aborto.
En la Edad Media continúan los abusos pese a la presión de la Iglesia, cambia en esta postura, el papel de la madre en la crianza. La Iglesia continúa castigando el aborto pero de manera menos severa.
En el siglo IX al XIII, continúa la desatención, explotación y abandono de l@s niñ@s, unido a la alta tasa de mortalidad infantil y materna. Se produce en cambio un inicio en el rechazo de estas prácticas, aunque se seguía considerando al/la niñ@ como una posesión. Las religiones surgidas en la época lejos de trasmitir un sentido de compasión actuaron como meros déspotas a la conducta infantil.
En el siglo XIV y comienzo del XVII, el destino de l@s bebés suponía un trauma para l@s infantes acostumbrad@s a las nodrizas. Había una gran problemática con el sistema familiar ya que se enviudaba pronto y se producían nuevas familias. La preocupación por l@s hij@s de las viudas y sus padrastros y hermanastr@s fue muy patente en la época. La madre se convierte en el eje de la educación. Incide sobre los hábitos de l@s hij@s, controla sus inquietudes, los educa para adaptarse ante la adversidad. El padre sólo entra en escena para los períodos de enfermedad y calamidades o cuando la salud de la madre impedía sus labores. El padre imponía la disciplina y la corrección, y esto era apoyado por la Iglesia y la sociedad.
En los siglos XV y XVI, l@s niñ@s poseen la misma importancia que l@s ancian@s y las mujeres, la infancia era considerada un estado que hay que soportar, pero no gozar de ella. L@s niñ@s eran valorad@s como la escala más baja de la jerarquía social. Si el/la niñ@ era noble, lo más importante era el sexo. Predomina la idea del/la niñ@ inocente sin actividad sexual y la apología del bautismo como liberador de las impurezas. La bonanza económica de la época hace que l@s niñ@s reciban más cantidad de cuidados y educación. Se produce en esta época el nacimiento de la pediatría moderna y se toman diversas precauciones tanto en el período de gestación como en los partos. Se introduce al padre en la sala de alumbramiento, a mediados del XVI, y se acepta como profesional la figura de la partera que debe suministrar una serie de cuidados tanto al/la niñ@, como a la madre. Se juzgan numerosos casos por esta época, lo que nos hace ver, la importancia que empieza a tener para la sociedad la figura del infante. Los padres comienzan a mostrar interés por la educación de sus hijos y además ésta serviría para el ascenso en la escala social. Se basa en una Educación humanista y clásica. Los adultos compartían todo con l@s niñ@s, incluso los juegos. La idea de que el/la niñ@ se echaría a perder si no tenía disciplina, fue firme a lo largo de este período. Pero pronto se toma como poco efectivo y se inicia la manipulación psicológica por medio del miedo. Renace el ascetismo religioso que provoca una gran influencia en los hombres y mujeres instruidos a comienzos del siglo XVII. La potestad del padre empieza a ser considerable y aparecen leyes que permiten el asesinato de hijos no deseados. Sin embargo, serían pocos l@s hij@s ilegítim@s que gozasen del derecho a la vida.
En el siglo XVIII, se produce un cambio de actitud de l@s hij@s con respecto de los progenitores y viceversa. El/la niñ@ al hacerse adult@ busca una independencia, esto provoca un cambio de actitud en los padres. Se reduce el infanticidio pero prosigue la costumbre de enviar al/la niñ@ fuera del hogar: a una escuela, un pariente o, cuando adolescentes, se les confía a un maestro. Aparecen las guarderías como tal y muchos padres llevan a sus hij@s, por consiguiente, se multiplica la flojedad por el cuidado de l@s hij@s. Pero se produce también un deseo inconfesable de aferrarse a l@s hij@s, incluso en la edad adulta. Esto es una contradicción que no ha sido posible explicar pero que se hace latente. Asimismo, algunos padres y madres comienzan a tener un comportamiento más racional, juegan con l@s niñ@s, celebran sus cumpleaños,... En los primeros años se llevan a cabo una serie de propuestas para acabar o frenar la mortalidad infantil, se crean hogares para huérfanos e hijos ilegítimos. El comportamiento de los padres en esta época se marca por el distanciamiento de éstos sobre lo@ hij@s. Por necesidad, la mujer, trabaja, por lo que no puede estar muy vinculada a l@s pequeñ@s. Pero siguen los asesinatos e infanticidios y una actitud ante el comportamiento muy restrictiva. Sin embargo esta situación cambiaría cuando a los individuos se les dio un poco de autonomía, la experiencia escolar y el servicio al Estado, ya no se acepta la autoridad absoluta de los padres.
El desarrollo de la infancia en el siglo XIX nos ilustra una realidad casi cercana, la aparición de necesidades para l@s niñ@s. Se continúa con las amas de cría. Seguimos en una época de puritanismo religioso. Los castigos corporales pierden posiciones pero continúan y a éstos se añaden los castigos psicológicos. Durante este siglo se amplió la responsabilidad del Estado ante los hijos ajenos. Este siglo se puede considerar como el comienzo en que los poderes públicos empezaron a pensar en l@s niñ@s como tales, con necesidades. Esto sería el inicio del cambio hacia la sociedad que conocemos.
En el siglo XX se desarrolló un gran interés por la infancia, como lo anticipó Ellen Key, que se evidenció en el desarrollo de numerosas instituciones, formas de socialización y patrones culturales que tuvieron a l@s niñ@s, como su centro de atracción. A lo largo del siglo XX, la doctrina de los derechos del/la niñ@ traspasó la frontera de la discusión intelectual para representar una nueva visión que ha implicado cambios trascendentales, en la forma de concebir el lugar que ell@s tienen en nuestra sociedad. Paradójicamente esto se desarrolla en momentos en que el número de niñ@s ha disminuido notablemente debido al control de la natalidad. Y en este siglo, en el ámbito de la literatura, surge la narrativa infantil, que tuvo importantes cultore/as, como Gabriela Mistral en Chile, Marcela Paz, Hernán del Solar, entre otr@s. La socialización a través de la lectura, programas de radio y televisión, videojuegos y la expansión computacional comenzó a erradicar el ocio infantil.
Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres.
Pitágoras
No obstante la concepción histórica de la infancia lleva a pensar en lo mucho que nos acercamos a los animales o lo poco que nos parecemos a la hora de proteger a nuestras crías. El abandono y la desolación son constantes a lo largo del tiempo y son vistos como una realidad aceptada. La Iglesia casi siempre está presente cuando nos referimos a represión y trabazón de las inquietudes del alma. Siempre se ha intentado ver la cara positiva de la Iglesia, pero no hay que olvidar los continuos casos de pederastia y pedofilia que se dan en el seno del Catolicismo.
Presidenta Sociedad Escritores San Pedro de la Paz
Chile
CRIANÇA:
UMA PLANTA EM FORMAÇÃO
MARIA THEREZA CAVALHEIRO
Criança é a semente que em solo fértil reverdece, transforma-se em planta e se alça à procura do sol.
A adolescência é a época da floração; a maturescência, o tempo dos frutos.
Como planta, deve ser bem cuidada, cultivada com carinho, protegida dos ventos e borrascas.
Deve receber nutrientes e ficar fora do alcance de predadores, de pragas...
No caso da criança, os predadores podem ser representados pelas más companhias, os colegas que induzem ao vício - como a bebida, o fumo, as drogas ilícitas.
Toda criança deve ser bem orientada, porque não tem ainda a noção exata do bem e do mal. Ela deve, aliás, aprender a ser boa, ser induzida a fazer ações positivas.
A criança por vezes não faz distinção do que é justo, do que não é. Por vezes grita, chora, por desejar o que não lhe convém.
Há criança que quer ser sempre o centro das atenções, e perturba os pais com modos inadequados, principalmente quando conversam com outras pessoas.
A criança deve ser ensinada a respeitar o próximo, ainda mais quando se trata de pessoas mais velhas. E aí se incluem os próprios pais (nunca permitir que ela lhes levante a mão, mesmo quando bebê!); em seguida os avós, tios, primos, professores, amigos...
O pequeno deve aprender desde cedo a dizer “obrigado”, ”por favor”, “desculpe-me”.
Muitos pais não se lembram disso, e muita criança não é dada a essas expressões, que não são mera etiqueta, mas demonstram bons sentimentos, contribuem para a formação do caráter.
De modo geral, as pessoas partem do princípio de que um petiz é sempre inocente. Não é bem assim. Há criança enredadeira, mentirosa, ciumenta, manhosa, que maltrata a babá e os pequenos animais da casa.
Se não for levada a ser boa, pode desenvolver um mau instinto. E mais tarde vir a ser aquele jovem-problema, que tantas vezes faz degringolar uma família.
Por tudo isso, os pais devem estar sempre atentos à educação de seu rebento. “É de pequenino que se torce o pepino” - diz o ditado.
Hoje em dia, há muito aluno que não respeita os mestres e os trata com falta de consideração. Que até diz: “Você não manda em mim, meu pai está pagando esta escola, eu faço o que eu quero”. E há pais que ainda vão queixar-se à diretoria de que o professor não serve...
Há criança malcriada em sala de aula, que joga bolas de papel (até com pedras dentro) nas costas do mestre quando este escreve no quadro. Ou põe chiclete, ou cola, em sua cadeira. Certa ocasião, alguns meninões, insatisfeitos com as exigências da professora, colocaram na Internet mensagens injuriosas sobre ela - e ainda acrescentaram suas próprias fotos!
Por tantos motivos (e outros mais), a criança deve ser modelada desde o berço; deve aprender a distinguir o bem do mal, o certo do errado, o que pode e o que não pode pela ética e pela lei. É preciso desenvolver, no pequeno ser em formação, o altruísmo, a cortesia, o respeito ao próximo, a fraternidade, a indulgência; o amor a Deus!
Maria Thereza Cavalheiro é escritora, poeta e trovadora
O ESTILINGUE
e outras conversas desarmadas
EDSON GABRIEL GARCIA
Peço desculpas ao leitor por começar estes escritos sem a clareza necessária do que aqui vou escrever, no que diz respeito ao gênero do texto. Ou seja, aos gloriosos estudiosos dessa matéria do conhecimento, digo que não sei se este texto é uma narrativa, uma crônica, uma reflexão ou uma dissertação. Que posso fazer? Perdoem-me pela sinceridade. Quero apenas escrever. O que vai sair do meu pensamento e do teclado do computador será mera obra da vontade de escrever, sem nenhuma preocupação em qualificar o gênero textual do que escreverei.
Pois bem... deixei minha memória retroagir, voltar aos anos de minha deliciosa infância, nos tempos em que menino, era morador de uma chácara, de onde tirávamos o sustento da família (escrevi “tirávamos” porque ajudei muito meu pai na tarefa de vender produtos da chácara ou com eles fazer os escambos para a obtenção de outras coisas que não tínhamos e precisávamos). Dinheiro vivo, conta em banco, uso de cheques... isso era coisa para poucos. Mas não é sobre a economia quase informal que quero memorializar. É sobre os rituais de iniciação da pré-juventude.
Pouco se fala – e muito menos se escreve – sobre os rituais impostos pelos meninos mais velhos aos meninos mais novos, quando estes começam a deixar para trás a infância. Um deles, entre tantos outros, era a obrigação de se construir um estilingue próprio e com ele matar passarinhos. É provável que a criançada de hoje, perdidamente apaixonada pelas coisas dos jogos virtuais, não tenha a menor idéia do que seja um estilingue, até porque a nossa literatura para crianças está muito distante disse, focando quase que exclusivamente o cotidiano urbano. Mas como estou a escrever de uma infância distante mais ou menos uns cinqüenta anos, o estilingue tem papel protagonista. Pois bem... ninguém dava estilingue para o outro, por mais amigo que fosse. Menino de verdade tinha que ralar muita procura, vasculhar muitos pomares, muitos arvoredos e queimar muito chão até achar uma forquilha adequada, bem formada, simétrica e firme o bastante para sustentar as duas tiras de borracha de câmara de ar de pneu de carro e o couro que servia de suporte do apoio da pedra. E bem lembrado: borracha de câmara de ar de pneu de bicicleta não servia. Era muito fina, arrebentava logo, não dava firmeza e com freqüência induzia ao erro no tiro. Quantos galhos produtivos de boas árvores poderiam ter vida mais longa não fosse uma faca ou facão, quase sempre pouco afiada ou afiado, que o galho escolhido para servir de forquilha. E o trabalho continuava: desfolhamento, raspagem e alisamento, corte no tamanho preciso e entalhe preparativo das cunhas em que as tiras de borracha seriam amarradas. O melhor mesmo era uma forquilha feita de um galho seco encontrado perdido em algum lugar. A madeira seca encurtava o tempo e o trabalho da preparação e dava a certeza e que era madeira boa, firme, sólida, já definida em sua utilidade.
Galho para uma boa forquilha os meninos até encontravam. Dava trabalho, mas encontravam. O duro mesmo era encontrar pedaços de câmara de ar de pneu, geralmente de caminhões, que pudessem fornecer a outra matéria prima: o elástico que permitia atirar longe uma pedra, uma bolinha de gude. Os caminhões e os carros não eram tantos, não andavam muito e por isso as câmaras de ar eram objetos raros. Raríssimos ainda mais nas mãos dos meninos. Mas... vez ou outra era possível encontrar um bom pedaço desse artigo e primeiríssima dano sopa e com ele construirmos o tão sonhado estilingue, a primeira e verdadeira arma letal que um ser humano do sexo masculino teria em mãos, com a permissão da sociedade. Aos olhos adultos, matar passarinhos com estilingue não passava de uma inocente brincadeira. Brincadeira para os meninos, já que os passarinhos eram vítimas das pedradas.
Estilingue feito, era só pendurá-lo no pescoço e sair andando nos caminhos da cidade, da vila, do bairro, exibindo a poderosa e permitida arma no peito. E a cada passarinho atingido, uma marca era feita na forquilha, à moda dos matadores profissionais, como se nas forquilhas pudesse ser lido: veja como eu sou um grande matador de passarinhos. Como s isso fosse o passaporte para a juventude. Que culpa os passarinhos tinham nessa necessidade de os humanos se mostrarem desde pequenos matadores de animais? Nunca ninguém me disse. A rigor nunca perguntei a ninguém. Só agora pergunto, já com essas lembranças quase sumidas, tanto quanto essa prática.
Lembro-me (ou me lembro?) que fui um exímio encontrador de boas forquilhas, mas um péssimo atirador de estilingue. Estilingues, tive vários, sempre bem feitos. Por alguma razão de que não me recordo, meu pai sempre conseguia pedaços de câmaras de pneu das quais eu me servia e servia uma parcela pequena de amigos. Apesar dos bons estilingues, meus tiros nunca foram bons. E quase nunca acertei os passarinhos. Hoje, e tão somente hoje, a propósito destes escritos, penso que errava de propósito, porque não tinha resposta para a matança dos bichos. Às vezes era a rapidez do pássaro, que voava antes da chegada da minha pedra; outras vezes era o tiro mal preparado ou atrapalhado por força das folhas de árvores entre a pedra e o passarinho. Errava quase sempre. Talvez porque soubesse a razão dos erros nunca me senti mal ou nunca me vi como menos menino que os demais. E na falta de vítimas, às escondidas, eu entalhava marcas na forquilha para marcar minha iniciação. Só uma vez acertei um pobre pardal, bicho tão frágil que nunca me fizera mal nenhum e recebera uma pedrada do meu estilingue. Errei o tiro e acertei sem querer o pobre bicho de asas. A tristeza só não foi muito grande pois tão logo se recobrou do susto e da pancada, o pardal levantou vôo, meio trôpego, mas salvando-se para bem longe. Depois dessa vez fiz muita força para nunca mais acertar o alvo. E sobrevivi, os passarinhos também.
Volto a pensar, diante da tela silenciosa e cúmplice do computador, com meus botões, sobre essa mania que os humanos temos de impor e viver ritos de iniciação. Por acaso me lembrei do glorioso estilingue, mas poderia lembrar de tantos outros a que somos submetidos ao longo da vida, para provarmos que somos mais homem ou simplesmente para provar que somos homem. De onde teria vindo isso? Dos primórdios da civilização? Do prazer sádico de uns sobre outros? Da necessidade de se mostrar capaz disso ou daquilo? Certamente há explicações para isso e estudiosos dispostos a nos convencer de suas versões.
Interessante como essas desnecessidades acabam gerando traumas em nossas histórias de vida e pequenas manchas de vergonha nas lembranças. Espero com esses registros, marcar na forquilha de um estilingue inexistente minha vingança contra essas bobagens e... desejo ardentemente que o pardal acidentalmente acertado por mim há uns bons cinqüenta anos atrás tenha sobrevivido e se transformado num encantador de humanos, exímio contador de histórias de ninar marmanjos.
EDSON GABRIEL GARCIA
(Escritor e educador)
Setembro e outubro das crianças!
CATHIA ABREU
Halloween é o cacete! Viva a cultura nacional! Já li mais de uma vez esta frase escrita nos muros do Rio de Janeiro, uma provocação ao Dia das Bruxas importado. Radicalismos a parte, a frase muitas vezes me fez refletir sobre como setembro e outubro são meses festivos no Brasil, dedicados às crianças.
O Dia de Cosme e Damião é um exemplo. Comemorado no dia 27 de setembro, é uma festa de origem católica, mas que foi abraçada por vários segmentos religiosos. A tradição de distribuir doces parece ser mais forte nos bairros de subúrbio ou em cidades pequenas, em lugares onde as criança ainda podem andar pelas ruas e os vizinhos se conhecem melhor. Mas qual o motivo da distribuição? Os motivos são muitos. Há quem dê doce porque fez promessa, porque alguém disse que é bom ou simplesmente porque gostam de ver a bagunça na porta de casa. Meu falecido avô, certa vez, teve a cerca da casa derrubada por conta do alvoroço das crianças. De outra, ficou de calças arriadas com peso da meninada que se pendurou nele. No meio da farra, alguns adultos também participam e pedem, pedem muito: “Dá um saquinho para a filha da minha prima em teceiro grau que não veio porque está em casa doente coitaaada...!”. Dito assim mesmo, sem pausa para respirar, mas isso é só um charme a mais da festa.
Na verdade, o 27 de setembro é o dia da alegria. Dia da molecada tomar as ruas e perguntar em qualquer portão: “Tá dando doce aí, moça?” É fácil ver cinco, dez ou mais crianças juntas, mochilas nas costas em busca de doces. Para muitos deles, é um dia incomum porque é a oportunidade de saírem sozinhos com os amigos maiores um pouco. Estes, por sua vez, ouvem mil recomendações das mães preocupadas: “João, olha lá, meu filho está sob sua responsabilidade”. Tanta responsabilidade vale a pena: em geral retornam sãos e salvos, e com a sacola carregada de doces.
A festa ganha contornos diferentes Brasil afora. Na Bahia, por exemplo, mais forte que a tradição dos doces é a do “caruru das crianças”, uma iguaria feita com quiabo. Em outros estados, as igrejas são enfeitadas para receber os fiéis e devotos de São Cosme e São Damião, enquanto os centros de umbanda e de candomblé se preparam para celebrar a presença dos Ibejis – gêmeos divinos da tradição africana. Criança em qualquer dimensão só traz felicidade!
Outubro começa e as comemorações não terminam. Pudera! Quem não cumpriu sua promessa para Cosme e Damião ou com os Ibejis aproveita o mês das crianças para se redimir com o astral. Além disso, tem feriado nacional no dia 12, uma comemoração dupla: da padroeira católica Nossa Senhora Aparecida e do comercial Dia das Crianças. As famílias aproveitam o descanso para se divertirem com seus filhos, dar presentes e agrados. Quanta festa!!
Ah, é verdade! Ainda tem o Halloween, no dia 31 de outubro. Mas, apesar da globalização que parece incluir até certos comemorações, acho eu, que essa festa ainda é para a minoria. Entretanto, há quem comemore e em estilo americano. A abordagem é bem outra, mais agressiva, afinal estamos falando de uma mentalidade vencedora, acostumada a lidar com desafios. Na porta das casas, as crianças gritam “Doces ou travessuras?”. É um sobressalto para os vizinhos! Fiquei sabendo que em algumas cidades do Brasil, as crianças saem a moda USA, se vestem de bruxas e monstros, pedem doces e fazem mesmo travessuras caso não recebam nada da vizinhança. É cocô arremessado no quintal, janela quebrada, saco de água amarrado no rabo do gato... Já pensou se essa moda pega?
Cathia Abreu é jornalista e trabalha na revista
Ciência Hoje das Crianças,
veículo de divulgação científica para crianças de 8 a 12 anos.
Abordagens sobre a Infância
CARMEN EZEQUIEL
“Eu creio que ele aproveitou, para a sua evasão, uma migração de pássaros selvagens.”
“Não são de modo nenhum parecidos com a minha rosa, ainda não são nada, disse-lhes ele. Ninguém vos cativou e vocês não cativaram ninguém. São como era a minha raposa. Era uma raposa parecida com cem mil outras. Mas fiz dela minha amiga e agora ela é única no mundo.”
In O Principezinho, Antoine de Saint-Exupéry
As crianças são admiráveis por natureza.
Ainda no outro dia estava eu com o filho de uns amigos meus (miúdo de 16 meses, diga-se!) e, que na sua inocente presença de explorador de cantos e recantos, corria de um lado para o outro, escondendo-se por entre os pés das cadeiras, mesas e afins ao mesmo tempo que, registando tudo o que nós fazíamos, nos imitava. Por vezes, agarrava-se às nossas pernas e aí permanecia até que fugindo novamente, corria para outro canto qualquer, rindo ou chorando conforme lhe apetecia.
Assim são as crianças. Simples. Espontâneas. Verdadeiras.
É tão fácil ser criança! (ou, talvez não? Quantas permitimos que morram de fome?)
Neste tema é inevitável que pegue no livro de Saint-Exupéry, O Principezinho, e realce a simplicidade com que o autor nos transmite a essência do que é ser verdadeiro. Invoca a infância como um apelo à memória dos adultos, que esqueceram as suas próprias pirralhices e o ser criança.
Fica fácil ser criança! (ou, porém, talvez não! Quantas deixamos vivendo na rua?)
Fica fácil para uma criança criar a imagem do Principezinho a evadir-se do seu planeta com a ajuda de pássaros selvagens. Para um adulto, isso não lhe cabe na mente. É impossível, mesmo que haja uma ínfima possibilidade desse impossível acontecer. Que mal há? Em sermos crianças de quando em vez? De sermos espontâneos, sem vergonha do que temos de dizer ou fazer? De se ser simples e verdadeiro em vez de se pensar se é insensatez.
Criança?! (quem me dera ser mais adulto e esquecer as maldades que lhes fazemos, as drogas que lhes oferecemos, as armas que lhes entregamos)
Basta um único olhar para nos cativar e quando isso acontece o nosso coração não pode mais ficar indiferente. Não pode ficar fechado, embasbacado, oprimido, tem de se libertar e deixar a luz, de uma criança, entrar.
Quando somos cativados, sabemos a importância que isso tem e que ficámos presos a essa sedução.
Aparte o cansaço, as longas horas sem dormir, a gritaria ou choradeira, as preocupações, os anseios e as rebeliões, as crianças deveriam (re) ensinar-nos a ser naturais; em que o amor e a capacidade de aceitar esse mesmo afeto pode surgir com simples palavras ou acções (um sorriso, um riso, uma gargalhada, um chorar de birra ou dor, um dormir sereno, uma correria, a gritaria ou o silêncio, uma brincadeira ou imitação…).
Tanto que nos oferecem as crianças… (porque acreditam).
E, o que lhes oferecemos nós, os adultos ingratos, insatisfeitos, envergonhados, terrivelmente complicados? (olhamos para o lado quando não nos agrada…)
Escrevo como adulta que sou, com mente de criança, para adultos que são e esconderam a vossa infância (porque continuo a acreditar).
Com rima para os pequenos. Sem rima para os grandes.
A mensagem inscrita pode, ou não, ser escrita por todos nós (enquanto não a escrevermos veremos, certamente, crianças a evadir-se deste mundo para um outro (deles) melhor).
Termino com um texto que escrevi outrora mas que me parece intemporal.
SER CRIANÇA
Todos nós, um dia, fomos crianças. E, que bom que é recordar a nossa infância!
Tempos difíceis para uns, melhores para outros, mas é uma fase única (como tantas outras) que faz e fez de nós os adultos de hoje.
Ser criança é muito mais do que ser pequeno.
É ser livre!
É rir e chorar. É aprender e, ainda assim, nos ensinar. É brincar, jogar; ser adulto pequenino ou criança bebezinho. É descobrir o desconhecido, crescer devagarinho, sem pressas pelo caminho…
Quando olhamos as nossas crianças vemos o amanhã e, por isso, cabe a cada um de nós, adultos (pais, irmãos, professores, educadores, avós, … ensinar-lhes, pacientemente, as leis da vida.
Não é bater ou castigar, criticar ou ficar indiferente, premiar pela ausência; é ter atenção e ficar alerta, ser tolerante e compreensivo. É promover o diálogo, permitir o sonho e a fantasia, dar a mão e um carinho em todos os novos dias. Impulsionar o sentido crítico e o misticismo do que se desconhece.
As crianças têm muito a aprender. Nós, adultos, temos muito a ensinar-lhes.
As crianças têm muito a receber. Nós, adultos, temos de dar com paixão, compreensão, amor e sinceridade.
As crianças têm o coração puro e livre; têm muito a dar. Nós, adultos, temos de (re)aprender a receber.
Observemos, com atenção, as nossas crianças. Analisemos o contributo que nós, adultos, estamos a dar ao amanhã.
Será que tudo está bem? Será que estamos a dar o nosso melhor?
Carmen Ezequiel
é escritora e poeta de Portugal
é escritora e poeta de Portugal
A ILUSÃO DOS ANOS INFANTIS
(Que fale a História)
ROCÍO L´AMAR
A verdadeira pátria do homem é a infância
Rainer Maria Rilke
A infância tem suas próprias maneiras de ver, pensar e sentir:
Nada há mais insensato do que pretender substitui-las pelas nossas.
Jean Jacques Rousseau
As crianças não têm passado nem futuro, por isso gozam do presente, coisa que rara vez nos ocorre,a nós, os adultos.
Jean de la Bruyere
A infância foi influenciada pela mudanças políticas, culturais e religiosas, e obedecendo à localização geográfica nas que nos localizamos e a evolução dos pais.
Entretanto, a história da infância, no transcorrer dos séculos, desde o ponto de vista pedagógico, não teve uma biografia própria. Sabemos da infância, «disse Lloyd de Mause», através de diários, pintura, literatura, legislação e escritos deixados como testemunhas do cuidado de reis e personagens significativos. Tudo isso tem sido traduzido em obras plenas de realismo mágico e complexidade.
Cabe assinalar que as crianças foram utilizadas por parte dos adultos em todas as épocas. A introdução da castração e a circuncisão nos varões, por um lado, e a infibulação ou ablação nas meninas, por outro. O paradigma sexual será relevante e constante ao largo dos séculos tanto quanto o infanticídio, e venda de órgãos.
A entrada das religiões, produziu algumas mudanças, desde a época romana até a Idade Média. Os romanos fornecem como positivo duas qualidades: tolerância e respeito ao crescimento e desfrute da infância como parte da vida familiar, uma mentalidade que se produz também na antiguidade em geral. Era preocupação a fecundidade, a custódia e as normas de educação porém introduzem uma série de leis que mostram uma conduta cruel com respeito às crianças.
Na era cristã não melhorou em absoluto o estado das crianças, porém como novos adeptos desempenham uma função importante no mundo cristão. A responsabilidade do cuidado das crianças recai no pai que deve educá-las na ética e na virtude. Tolera-se o castigo físico, porém com moderação. Nessa época toma grande relevância o tema dos abusos que se chega a legislar. Se vê claramente a presença do infanticídio e do abandono, não obstante a igreja começa a pressionar para se promulguem leis que evitem os males das crianças, incluindo o aborto.
Na idade média continuam os abusos pese à opressão da igreja, mudando nesta postura, o papel da mãe na criança. A igreja continua castigando o aborto, porém de maneira menos severa.
Do século IX ao XIII, continua a desatenção, exploração e abandono das crianças, unido à alta taixa de mortalidade infantil e materna. Se produz em troca um início na rejeição destas práticas, ainda que se seguia considerando a criança como uma posse. As religiões surgidas na época, longe de transmitir um sentido de compaixão atuaram como meros déspotas à conduta infantil.
No século XIV ao começo do XVII, o destino dos bebês supunha um trauma para os pequenos acostumados às enfermeiras. Havia uma grande problemática com o sistema familiar já que se enviuvava logo e se produziam novas famílias. A preocupação pelos filhos das viúvas e seus padrastos e irmãos foi muito patente na época. A mãe se converte no foco da educação. Incide sobre os hábitos dos filhos, controla suas inquietudes, os educa para adaptarem-se diante da adversidade. O pai apenas entra em cena para os períodos de enfermidade e calamidades ou quando a saúde da mãe impedia os seus afazeres. O pai impunha a disciplina e a correção, e isto era apoiado pela igreja e a sociedade.
Nos séculos XV e XVI , as crianças possuem a mesma importância que os anciãos e as mulheres. A infância passa a ser considerada um estágio que se há de suportar, porém não gozar dele. As crianças eram valorizadas como a escala mais baixa da hierarquia social. Se a criança era nobre, o mais importante era o sexo. Predomina a ideia da criança inocente sem atividade sexual e a apologia do batizado como purificador das impurezas. A bonança econômica da época faz com que as crianças recebam mais cuidados e educação. Por essa época se produz o nascimento da pediatria moderna e se tomam diversas precauções tanto no período de gestação como nos partos. O pai é introduzido na sala de partos, em meados do XVI, e passa a ser aceita como profissional a figura da parteira que deve administrar uma série de cuidados tanto ao menino quanto à menina, qaunto também com relação à mãe. Se julgam diversos casos por essa época, o que nos faz ver importância que passa a ter para a sociedade a figura da criança. Os pais começam a mostrar interesse pela educação de seus filhos e ademais esta serviria para a ascensão na escala social. Se baseia numa educação humanista e clássica . Os adultos compartilham tudo com as crianças, inclusive os brinquedos. A ideia de que a criança seria perdida se não tivesse disciplina, foi firme ao largo desse período. Porém logo se toma como pouco efetivo e se inicia a manipulação psicológica por meio do medo. Renasce o ascetismo religioso, que provoca uma grande influência nos homens e mulheres instruídos ao começo do século XVII. O poder do pai começa a ser considerável e surgem leis que permitem o assassinato de filhos não desejados. Entretanto, seriam poucos os filhos ilegítimos que gozariam do direito á vida.
No século XVIII, se produz uma mudança de atitude das crianças com respeito aos progenitores e vice-versa. O menino ou a menina ao tornar-se adulto busca uma independência, isto provoca uma mudança de atitude entre os pais. Reduz-se o infanticídio, porém prossegue o costume de enviar o menino ou a menina para fora do lar: uma escola, um parente ou, quando adolescentes, lhes confiam um mestre. Aparecem as creches como tais e muitos pais levam seus filhos, por conseguinte, multiplica-se a elasticidade pelo cuidado dos filhos. Porém, também se produz um inconfessável desejo de prender-se aos filhos, inclusive na idade adulta. Isto é uma contradição que não foi possível explicar , porém se faz latente. Assim mesmo, alguns pais e mães começam a ter um comportamento mais racional, brincam com as crianças, comemoram seus aniversários...Nos primeiros anos ocorrem uma série de propostas para acabar ou frear a mortalidade infantil, criam-se orfanatos para crianças órfãs e filhos ilegítimos. O comportamento dos pais nessa época é marcado pelo distanciamento destes sobre os filhos. Por necessidade, a mulher, trabalha, pelo que não pode estar muito vinculada aos pequenos. Porém seguem os assassinatos e infanticídios e uma atitude diante do comportamento muito restritiva. Entretanto, essa situação mudaria quando aos indivíduos recebem um pouco de autonomia, a experiência escolar e o serviço ao Estado, já que não se aceita a autoridade absoluta dos pais.
O desenvolvimento da infância no século XIX nos ilustra uma realidade quase próxima, o surgimento de necessidades para as crianças. Se continua com as amas de leite. Seguimos em uma época de puritanismo religioso. Os castigos corporais perdem posições, todavia continuam e a isto se acrescentam os castigos psicológicos. Durante esse século se ampliou a responsabilidade do Estado perante os filhos distante. Este século se pode considerar como o começo em que os poderes públicos começaram a pensar nas crianças como tais, com necessidades. Isto seria o início da mudança até a sociedade que conhecemos.
No século XX se desenvolveu um grande interesse pela infância, como antecipou Ellen Key, o que se evidenciou no desenvolvimento de numerosas instituições, formas de sociabilidade e padrões culturais que tiveram às crianças como seu centro de atração. Ao transcorrer do século XX, a doutrina dos direitos do menino e da menina ultrapassou a fronteira da discussão intelectual para representar uma nova visão que implicou em mudanças transcendentais, na forma de conceber o lugar que elas teriam em nossa sociedade. Paradoxalmente, isto se desenvolve em momento em que o número de crianças foi diminuindo notavelmente devido ao controle de natalidade. E neste século, no âmbito da literatura surge a narrativa infantil, que teve importantes cultores, como Gabriela Mistral no Chile, Marcela Paz, Hernán de Solar, entre outras. A socialização através da leitura, programas de rádio e televisão, videogames e a expansão da informática começou a erradicar o ócio infantil.
" Educai as crianças e não será necessário punir aos homens" - Pitágoras
Entrementes, a concepção histórica da infância leva a pensar no muito que nos aproximamos aos animais ou o pouco que nos parecemos à hora de proteger as nossas crias. O abandono e a desolação são constantes ao largo do tempo e são vistos como uma realidade aceita. A igreja quase sempre está presente quando nos referimos à repressão e bloqueio das inquietudes da alma. Sempre se tentou ver a face positiva da igreja, porém não há que se esquecer os contínuos casos de pederastia e pedofilia que ocorrem no seio do Catolicismo.
Rocío L' Amar
Presidenta da Sociedade Escritores San Pedro de La Paz.
CHILE
A literatura infantil e a criança
PAULA IVONY LARANJEIRA
As crianças são sujeitos agentes e, por tal, críticas e (co)construtoras de seu “universo” tão diferenciado do vivenciado pela lógica adulta, ressignificando assim, a realidade que lhes é apresentada para melhor entendê-la, ou como diria Walter Benjamim, constroem um pequeno mundo inserido no grande. Daí vem sua maneira individualizada de pensar, agir, falar, sonhar, imaginar, criar, e interagir. Sobre esta questão Ferreira reforça:
Ao significar que as crianças não se ‘limitam’ a reproduzir o mundo dos ‘grandes’ à sua escala mas, ‘pelo avesso’, o reconstroem e ressiginificam através de múltiplas e complexas interações com os pares, permite mostrá-las não só como autoras das suas próprias infâncias mas também como actores sociais com interesses e modos de pensar, agir e sentir específicos e comuns, capazes de gerar relações e conteúdos de relação, sentido de segurança que estão na sua gênese como grupo social. Ou seja, com um modo de governo que lhes é próprio, com características distintas de outros grupos sociais, como é o caso dos adultos, mas como quem nunca deixaram de desenvolver relações particulares (2002, p. 59).
Porém, por alguns séculos a criança foi considerada um “adulto em miniatura”, “tábua rasa”, “bibelô”, até que no século XVII, segundo Pilippe Ariès, o infantil surge enquanto faixa etária. E já que o conceito de infância e criança como temos hoje, inexistia, era impossível também que houvesse uma literatura voltada para elas. Assim, a Literatura Infantil surge no momento em que a criança é diferenciada do adulto e tem a necessidade de uma literatura própria que a ajude na composição de sua autonomia enquanto individuo.
Data do século XVII a primeira manifestação da Literatura Infantil, com Perroult e seu Conto maravilhoso ou Conto de fadas: narrativa simples, direta, que usa o mito e o cotidiano familiar para exemplificar comportamentos, com características especificamente voltadas para o imaginário. Aos poucos os deuses foram substituídos por heróis, animais miraculosos, personagens que não pertencem ao cotidiano, agindo assim, em tempo e espaço míticos.
Cabe dizer que a Literatura Infantil só tem seu inicio de fato com o surgimento da escola, já que nesta havia a necessidade de livros para inserir seus conceitos ideológicos. Inicialmente no século XVII, muitas criança (de diferentes classes sociais) tem acesso ao mesmo tipo de educação escolar, porém no século XVIII estas crianças são divididas em ricas e pobres, de um lado as aristocratas e burguesas e do outro lado as menos favorecidas, com isso o acesso aos livros foi sendo modificado, ao ponto de restar ás crianças pobres apenas o acesso às histórias folclóricas via oralidade. Vale ressaltar que a escola com a ascensão burguesia passa a ser uma necessidade para a classe emergente ganhar “status” e visibilidade, além disso, esta classe tinha a necessidade de instituir a moral, a religião, o amor à pátria, encarregando a escola de fazer esse papel, “moldando” as novas gerações de acordo seus interesses, e o modo escolhido foi por meio dos livros com histórias infantis, camufladas.
No século XVIII com o Iluminismo, a literatura passa a ser fonte de conhecimento, rompendo assim, com a fantasia dos Contos de fadas, daí seu caráter didático (Fábulas, aventuras, Contos moralistas) como distintivo desta que tinha por principio fazer da criança um adulto intelectualmente formado. Neste século os autores que mais se destacam são: Perroult, Daniel Defoe (aventura do pioneirismo), Hermam Meville (aventura ideológica), Alexandre Dumas (aventura histórica) e Conan Doyle (aventura policial).
Já no século XIX, com o espírito romântico e todo seu idealismo, se reestabelece a fantasia na Literatura Infantil. E se antes a nobreza era destaque absoluto neste mundo literário voltado para as crianças, neste momento, se dá a valorização do popular, da “cor local”. Assim, temos entre suas temáticas mais expressivas: Folclore (Alemanha), Liberalismo (França), Nacionalismo (Itália) e Critica (Inglaterra), sendo seus representantes mais conhecidos: Andersen (lirismo), Lorenzini (caridade, família, nacionalismo), Lewis Carrol (ridicularização), Dickens (miséria, injustiça) e os irmãos Luis Jacob e Guilherme Carlos Grimm.
No que se refere ao Brasil, a Literatura Infantil chega com a Família Real e a criação de escolas, porém sua primeira forma é exercida pelo jornalismo (1831: Jornal O adolescente, 1846: Jornal O mentor da infância, 1870: Jornal Imprensa juvenil, entre outros) e pelas traduções. O primeiro livro para crianças com autor nacional, visto que os livros infantis eram traduções, é publicado no Brasil, segundo Barbara Carvalho (1985) por Alberto Figueiredo Pimentel e se intitula Contos da Carochinha, seguido por outros do mesmo autor.
Posteriormente, Manuel José Gondim Fonseca escreveu o Conto do país das fadas, e vários outros. Ainda se destaca neste inicio Thales de Andrade, que começa a publicar em 1918; Viriato Correa, com o seu Arca de Noé, dentre vários títulos; é possível citar ainda, Erico Veríssimo, Cecília Meireles, Vinicius de Moraes, Lygia Bonjuga, Ruth Rocha, e muitos outros.
Mas de onde surge este tipo de escrita? A Literatura Infantil foi influenciada por obras feita para adultos, por exemplo: As viagens de Gulliver (séc. VXIII) recebeu influência da História verdadeira (séc. II), de Luciano; do Oriente para o Ocidente veio Panchatantra, que na tradução1 do sâscrito até o espanhol recebeu o nome de Calila e Dimna, o qual influenciou os escrritores Esopo e La Fontaine; o Sendebar traduzido para o espanhol como Livro dos desenganos e Assanhamento das mulheres, muito semelhante ao As mil e uma noites, e que na tradução para o espanhol recebeu o nome de Barlaam e Josafá, que por sua vez se identifica com Lalita Visitara (a lenda do príncipe Josafá e a de Buda); a obra de Dom Ruan Manuel (séc. XIV), O Livro do patrimônio ou o livro do Conde Lucan, já influenciado por Calila e Dinma, Sendebar e As mil e uma noites, também influenciou Andersen e Perroult. Outro livro não escrito para crianças e que também influenciou Andersen e Perroult foi o Decameron, de Boccacio. Perroult juntamente com os Irmãos Grimm também foram influenciados pelo Pentameão, de Basile.
Seguindo modelos adultos a LI dá os primeiros passos, mas a caminhada é efetivada com a diferenciação da criança com o adulto, e mais especificamente com a criação da escola. À medida que a sociedade vai mudando seus conceitos filosóficos e ideológicos, também ela, vai se transformando. No século XX, com os novos estudos psicológicos sobre infância e criança, a literatura dedicada a este grupo etário ganha temáticas voltadas para uma ressignificação do mundo interior da criança bem como para estímulos exteriores capazes de lhe causar mudanças comportamentais avigorando sua capacidade de imaginação e criação, buscando assim, contribuir de forma psico-social para a formação destes, além de fomentar a aquisição de conhecimento e/ou cultura. De acordo com SOUZA (1996)
A Criança conhece o mundo enquanto cria, e, ao criar o mundo, ela nos revela a verdade sempre provisória da realidade em que se encontra. Construindo seu universo particular no interior de um universo maior reificado, ela é capaz de resgatar uma compreensão polifônica do mundo, devolvendo, por meio do jogo que estabelece na relação com os outros e com as coisas, os múltiplos sentidos que a realidade física e social pode adquirir.
Por isso, a necessidade de “semear livros” para que as crianças possam atribuir os sentidos que lhes são manifestados durante o mágico encontro com mundos distantes, diferentes, maravilhosos, para que possam desde já conhecer a capacidade da LI em abrir caminhos e alargar nossa visão de mundo, dos mundos.
Assim, uma difusão da leitura que seja realmente democrática é urgente em nosso país, pois os livros têm sido escritos, mas poucos são os leitores, poucos são os incentivadores – no que se refere à família, sociedade e políticas públicas.
A preocupação com o alheamento do homem em relação a natureza e sua natureza interior tem tocado diretamente o mundo da criança. A influência que a cultura exerce através de instruções escolares, da mídia, de valores que incitam o consumo desenfreado, da falta de tempo e espaço para ser criança, tem mudado o foco da leitura e compreensão da essência mais profunda com que cada criança adentra neste mundo literário
O que se observa é que atualmente tem-se formado mais telespectadores do que leitores. Conclusão: cidadãos mais passivos, crianças cada vez gozando menos da infância, lendo cada dia menos, padronizadas, e o pior, portadoras daquilo que Pierra Weil chama de “normose”, ou seja, conjunto de normas, valores, hábitos de pensar e agir, de caráter automático e inconsciente que leva o individuo a considerar normal certos modos de vida, como: não ter tempo livre, não conviver com a família, comer fora de casa (fast-food), crianças sobrecarregadas de atividades, ver todo tipo de programa de TV, iniciar vida sexual precocemente, etc.
Se a Literatura Infantil segue as necessidades da criança, e pensando a criança não mais tão infantil, tão plural, mas padronizadas e já caminhando para tornar-se um adulto precocemente, questiona-se: quais serão as novas características e temáticas da literatura de cunho infanto-juvenil neste século que se inicia? O esperado, depois deste percurso historiográfico, já que as utopias nos fazem ver e viver com esperança é que ela esteja comprometida com a propagação da solidariedade, amor e consciência, dando sentido assim, à nossa existência.
Bibliografia
ARIÈS, Philippe. A História Social da Infância e da Família. Rio de Janeiro: Zahar, 1979.
Benjamin, Walter. Reflexões Sobre A Criança, O Brinquedo E A Educação. São Paulo: Duas Cidades, 2002.
CARVALHO, Barbara V. A literatura Infantil: visão histórica e crítica. São Paulo: Global, 1985,p. 47-132.
FERREIRA, Manuela. Do “Avesso” do Brincar ou...as Relações entre Pares, as Rotinas da Cultura Infantil(ais) Instituinte(s) das Criança no Jardim-de-Infância. In:SARMENTO, Manuel Jacinto. CERISARA, Ana Beatriz. Crianças e Miúdos. Portugal: ASA, 2002
FRIEDMANN, Adriana – “O universo simbólico da criança: olhares sensíveis para a infância”. Petrópolis, RJ: Editora Vozes, 2005.
SOUZA, Solange Jobim. Re-significando a Psicologia do Desenvolvimento: Uma contribuição crítica à pesquisa da infância. In: KRAMER, S. & LEITE, I. M. (org.). Infância: fios e desafios a pesquisa. Campinas – SP, Papirus, p 39-55,1996
1 O termo tradução neste contexto se refere ao processo de compilação, comum na época. Desta forma os textos iam sendo modificados, não era uma tradução fiel à obra original.
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Tradução do texto de Rocío L' Amar para o Português: Marciano Vasques
Paula Laranjeira é poeta e colaboradora de PALAVRA FIANDEIRA
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Tradução do texto de Rocío L' Amar para o Português: Marciano Vasques
ha sido una sorpresa, agradable por cierto, leer cada uno de los artículos referidos a la infancia, a l@s niñ@s en general... como siempre Marciano, has logrado sacar lo mejor de tus amig@s para colaborar en tu revista... felicitaciones a todos por el compromiso literario... bendiciones desde Chile, Ro
ResponderExcluirMarciano amigo,
ResponderExcluirComo diz a Rócio, é sempre uma surpresa ler as abordagens de todos os que colaboram contigo.
Palavra Fiandeira é mesmo a materialização em voz do nosso olhar sobre o mundo.
Felicidades a todos e a ti em especial.
Aqui, agradeço também, a todos os amigos e família que nos lêem.
Beijo com carinho
Carmen Ezequiel
Um tema e vários olhares sobre ele. Certamente enriquecedor.
ResponderExcluirMuito bom fazer parte deste seu projeto. Obrigada mais uma vez pela oportunidade.
Aos outros colaboradores: é muito bom receber de vcs o conhecimento/cultura doado em cada texto.
abraços